Hace unos días se publicaba el Índice Multinacional el Clima de Confianza de los Agricultores Europeos. Se trata del resultado de una encuesta típica de confianza económica en la que se convierten datos sobre estados de ánimo y expectativas en variables que pueden seguirse en el espacio y en el tiempo.
Este tipo de encuestas tiene la virtud de que refleja muy rápidamente los cambios de tendencia en los estados de opinión de los colectivos encuestados y "adelanta" el desempeño económico de los agentes. La idea es que el resultado de la economía depende de las decisiones de los agentes económicos y si estos creen que el futuro irá mal, actuarán en consecuencia. Pero si estiman que mejorará, comenzarán a tomar decisiones de caracter expansivo. La verdad es que hay una enorme tradición de este tipo de encuestas, aunque casi siempre vinculadas a la industria y, más recientemente, a los servicios. Y es cierto que suelen adelantar el PIB.
Sin embargo, y para mi sorpresa, resulta que los datos que aparecen en el informe (que cuenta con copia en español) no contemplan a España. Seguramente será porque nadie en nuestro país se ha arrogado la difícil misión de hacer la encuesta. Y es una pena, porque no sólo se trata de una buena herramienta de previsión, sino que también puede servir para medir el pulso de la opinión de los agricultores, lo cual es relevante para las administraciones pero también para las organizaciones agrarias.
Por otro lado, España es una de las principales potencias agrarias del continente, por lo que nuestra ausencia en la ecuesta le hace perder representatividad. Con todo, el resumen del indicador es que los agricultores europeos (al menos los de la parte encuestada) ven una mejoría en la situación económica de sus explotaciones, y según pasan los meses, parece que esa sensación aumenta.
Hace unos días se publicaba el Índice Multinacional el Clima de Confianza de los Agricultores Europeos. Se trata del resultado de una encuesta típica de confianza económica en la que se convierten datos sobre estados de ánimo y expectativas en variables que pueden seguirse en el espacio y en el tiempo.
Este tipo de encuestas tiene la virtud de que refleja muy rápidamente los cambios de tendencia en los estados de opinión de los colectivos encuestados y "adelanta" el desempeño económico de los agentes. La idea es que el resultado de la economía depende de las decisiones de los agentes económicos y si estos creen que el futuro irá mal, actuarán en consecuencia. Pero si estiman que mejorará, comenzarán a tomar decisiones de caracter expansivo. La verdad es que hay una enorme tradición de este tipo de encuestas, aunque casi siempre vinculadas a la industria y, más recientemente, a los servicios. Y es cierto que suelen adelantar el PIB.
Sin embargo, y para mi sorpresa, resulta que los datos que aparecen en el informe (que cuenta con copia en español) no contemplan a España. Seguramente será porque nadie en nuestro país se ha arrogado la difícil misión de hacer la encuesta. Y es una pena, porque no sólo se trata de una buena herramienta de previsión, sino que también puede servir para medir el pulso de la opinión de los agricultores, lo cual es relevante para las administraciones pero también para las organizaciones agrarias.
Por otro lado, España es una de las principales potencias agrarias del continente, por lo que nuestra ausencia en la ecuesta le hace perder representatividad. Con todo, el resumen del indicador es que los agricultores europeos (al menos los de la parte encuestada) ven una mejoría en la situación económica de sus explotaciones, y según pasan los meses, parece que esa sensación aumenta.